La presentación de esta obra se desarrolló en paralelo a la obra Resonancia III en Nuestra Señora de la Peña, parroquia de Loivo mientras que algunas personas conectaban sus oídos a troncos para escucharlos. Por otro lado, las rocas y las cortezas con orejas parecían escucharnos a nosotros. Uno de los aspectos que destacan de esta experiencia fue que las orejas fueran colocadas de manera colectiva, lo que generó un diálogo sobre la conexión entre la naturaleza y quienes formamos parte de ella. Darle orejas a estos elementos naturales nos recordó que, de alguna manera, siempre estamos siendo escuchados por lo que también podríamos hablarles. Esta obra dialoga con el principio de correspondencia entre micro y macrocosmos, en el que cada ser y cada elemento del mundo natural no existen de manera aislada, ya que forman parte del funcionamiento del sistema en su totalidad.